14.11.06

DIA DEL PATRIMONIO


























LA MATANZA DE LA ESCUELA SANTA MARIA




















El Tarapacá, 24 de diciembre de 1907

En noviembre de 1907 laboraban en las salitreras de Tarapacá y Antofagasta unos 40.000 operarios, 13.000 de ellos extranjeros, bolivianos y peruanos en su mayoría. La provicia de Tarapacá, según el censo de población levantado el 28 de noviembre de 1907, tenía 110.000 habitantes.

El señor jeneral don Roberto Silva Renard, Jefe de la División recibió el decreto por medio de un ayudante como á la una i media del día. En el acto se puso al frente de las tropas, i á las dos de la tarde rodeaba el local de la plaza Montt i Escuela Santa María que contenían más de diez mil huelguistas.

"Se lo recibió con gran vocerío i desde la azotea de la Escuela se ajitaron numerosas banderas por los cabecillas ó los miembros del comité.

"El jeneral Silva, el comandante Almarza, el capitán de navío Gobernador Marítimo señor Aguirre i el Comandante del crucero Ministro Zenteno señor Wilson, dirijieron patrióticas alocuciones, instándolos a respetar las órdenes de la autoridad, llamándolos á la cordura i pidiéndoles reiteradamente que no se obligara al uso de la fuerza pública para el cumplimiento de las resoluciones del jefe superior de la provincia.

"Dos horas transcurrieron en esta fatigosa tarea conciliatoria, pero todo fue inútil. Los huelguistas exaltados i engañados por sus jefes i ajitadores resistieron á los llamados amistosos de los jefes militares i llegaron hasta ofender con violencia i en actitud agresiva el honor de esos jefes i la disciplina del ejército. El jeneral se encontró por fin en la dolorosa pero impostergable necesidad de cumplir lo ordenado, i al efecto dispuso que la tropa se preparara é hiciera fuego sobre la multitud.

Los huelguistas

"Por mucho que reflexionemos al respecto no acertamos á comprender la obsecación é insensatez de los huelguistas al resistir i desobedecer tan obstinadamente la orden de la autoridad.

"¿Qué era lo que se les pedía? Que desalojaran el local que ocupaban i que se les había cedido graciosamente i que se trasladasen al Club de Sport.

"¿Porqué se negaron a aceptar una orden tan razonable?

"¿Porqué adoptaron una actitud abiertamente sediciosa, mofándose de las fuerzas militares i llegando á insultar al jeneral Silva Renard i demás jefes militares que les suplicaban que no los pusieran en la dolorosa obligación de ejecutar la orden que se les había impartido, por medio de la fuerza?

"Lo único que vemos claro es que la obra perniciosa de los ajitadores había producido su efecto i que esa jente que en el ochenta por ciento ni se daba cuenta del objeto, i fin de sus trabajos había perdido absolutamente el criterio i la razón.

"Como es de costumbre, esos cabecillas sin conciencia, después de enardecer á sus compañeros inocentes i de lanzarlos al sitio de mayor peligro, huyeron á donde no les alcanzara el justo castigo de su criminal conducta, de tal modo que mientras aquellos caían heridos; ellos escapaban ilesios, dejando á sus compañeros burlados.

"La mano de la justicia debe caer implacable sobre esos miserables, causantes i provocadores del sangriento suceso de que nos ocupamos.


Traslación de los huelguistas al Club Sport

"Disipado el efecto de las descargas i después de la fuga de los cabecillas, la masa de los huelguistas cambió por completo de aspecto i de su anterior insolencia pasó al mayor orden i sumisión formándose según las órdenes impartidas frente á la escuela, i dirijiéndose, acompañada de la tropa, al local que se les había ordenado, donde se mantuvieron tranquilos durante la noche.

"Al amanecer del Domingo se les ofreció trenes para volver á la pampa i pasajes á borde los los buques de la carrera para regresar al Sur.

"Excepto ciento ochenta i uno que aceptaron este último temperamento los demás en núnero de seis mil cien hombres volvieron gustosos á la pampa de donde habían venido muchos de ellos solo obligados por los ajitadores.

"El batallón O'Higgins los acompañó al mando de su jefe el teniente coronel don José Agustín Rodríguez con el fin de reforzar la guarnición de la pampa i tomar el mando de todas las fuerzas.

"La huelga anormal i el estado amenazante de la ciudad quedaron así en las primeras horas de la mañana del Domingo virtualmente terminados.

"Desde la mañana se restableció el trafico de vehículos, las familias embarcadas en los buques regresaron á sus hogares i la ciudad volvió á tomar su tranquilo aspecto de costumbre.


En el sitio del suceso

"Pasados los primeros momentos de desórden empezaron á llegar á la Escuela Santa María muchas personas que procuraban por todos sus medios proporcionar alivio á los heridos.

"Si los vecinos no podían prestar una ayuda eficaz, el cuerpo médico de la ciudad trabajó con una laboriosidad i constancia digna de todo encomio, haciendo las primeras curaciones á los heridos i enviándolos enseguida al Hospital.

"Los doctores Aliaga, Gómez, Heuhaus, Stanley, Campos, Bidart i médicos de a bordo el practicante Salinas i los señores Pablo Martens, Manuel A. Godoy, Garlazzo i el cuerpo de camilleros i practicantes de abordo no descansaron un punto hasta que la noche les impidió continuar en su obra humanitaria.

"Los heridos cuyo número exacto no nos ha sido posible obtener, se medicinan actualmente en el Hospital, donde han sido habilitadas al efecto varias salas i son atendiddas por los doctores Marín, Puelma, Rivera, Tapia, Meriggio, Villalón i otros que se han dividido entre sí el servicio.


La tropa

"Pecaríamos de injustos si no lleváramos nuestro aplauso hasta los señores Jefes y Oficiales de los diferentes cuerpos estacionados en Iquique i mui especialmente hasta la tropa cuya labor ha sido ruda i fatigosa viéndose obligada á pasar en guardia constante varios días sin tener tiempo ni siquiera para dormir. Ha cumplido rigurosamente con su deber.


Conclusiones

"Es incuestionable que cualquiera que sea el criterio con que se aprecie la acción de la autoridad i de la fuerza militar, el descenlace se impuso el día Sábado en forma tal que habría sido peligroso i hasta incomprensible postergar la solución siquiera por unas cuantes horas más.

"Por sobre la autoridad del señor Intendente de la Provincia, con el comité huelguista i los agitadores se veía constituido en la ciudad un poder organizado, irresponsable i hasta absolutamente incapaz de contener á la masa en un momento dado.

"Este comité huelguista, alentado por la contemporización que inspirara el sano i patriótico deseo de terminar con la huelga pacíficamente, se creyó poderoso i hasta irresistible i tomó la actitud benévola de la Intendencia por debilidad ó temor.

"Así se comprende que incitara á los huelguistas á mantenerse unidos i resistentes, que se creyera con derecho para dar pases de tráfico i obligar por la fuerza á la huelga jeneral i unánime que dirijiera á la autoridad la nota citada más arriba i que en buena cuenta ese comité soberbio llegara hasta no medir la profundidad del precipicio en que arrojaba a tanta jente engañada con la resistencia á las órdenes de la autoridad militar.

"No habría habido mandatario de la provincia, ni jefe de la División que no se hubieran visto obligados a proceder como los señores Eatsman y Silva Renard, que tenían sobre sus hombros tran grandes responsabilidades, i deberes tan sagrados en bien de la tranquilidad i del orden público, y en resguardo de las vidas i propiedades de nacionales y estranjeros.

"Sería inútil apreciar ó discutir la forma del procedimiento empleado para reducir á los huelguistas á la obediencia, porque en nuestro criterio de periodistas sólo nos cumple dejar constancia del resultado eficaz para el orden en la ciudad y la tranquilidad en la provincia.

"Dolorosas han sido las pérdidas de vidas, pudieron ser menores ó mayores pero todo el mundo estará de acuerdo en que cuando la autoridad militar se ve obligada á disolver i reducir por la fuerza tan considerable número de jente en actitud manifiestamente subversiva, es imposible medir los resultados del empleo de esa fuerza i en todo caso el criterio del que manda es el que elije el medio inmediato de cumplir las resoluciones superiores, en forma que la autoridad quede siempre con la eficacio de su fuerza material i con el prestijio de su fuerza moral.

"No son los numerosísimos huelguistas los culpables de la solución violenta que tuviera la obsecada resistencia á las órdenes de la autoridad.

"Los cabecillas ó agitadores, los miembros del comité huelguista, los que sin espíritu patriótico, sin criterio para apreciar el valor de la vida de sus compañeros lanzaron á la masa á la resistencia violenta i subversiva.
"Los que han caído en su mayor parte no son quizás culpables.
"Quédele á los trabajadores i al pueblo la dolorosa experiencia de obedecer á los que ni lo comprenden ni son capaces de medir las consecuencias que tiene la incitación al desorden i á la resistencia de los mandatos de la autoridad.

"Esta ha cumplido sus deberes, i todo el que piense en el interés público, por sobre toda otra consideración, comprenderá que si en el país no se reprimen con igual enerjía, los jérmenes de desorganización i anarquía que suelen venir desde arriba i que tan fácil eco encuentran entre las masas populares engañadas por los ajitadores, la República perdería su unidad de Gobierno, su fuerza legal para hacerse respetar en todo caso i las autoridades de las provincias su prestijio para mantener el orden dentro del criterio que inspira al gobierno de S.E. el Presidente de la República.